Brian Wilson, el visionario musical detrás de The Beach Boys, no solo cambió la historia del pop con obras maestras como Pet Sounds y Good Vibrations. También protagonizó una de las historias más complejas de la industria: una lucha interna contra alucinaciones, aislamiento extremo y una tutela abusiva que marcó décadas de su vida. El 11 de junio de 2025, el mundo se despidió de un genio atormentado, cuya música sigue resonando como un testamento eterno a la creatividad humana.

El ascenso del arquitecto del surf pop

Nacido el 20 de junio de 1942 en Hawthorne, California, Brian Douglas Wilson fue un prodigio musical desde temprana edad. En 1961, fundó The Beach Boys junto a sus hermanos Carl y Dennis, su primo Mike Love y su amigo Al Jardine. Mientras el mundo bailaba al ritmo del surf rock, Wilson estaba en el estudio moldeando armonías vocales complejas y sonidos experimentales que transformarían el pop para siempre.

En 1966 lanzó Pet Sounds, considerado uno de los álbumes más influyentes de todos los tiempos. Aunque su recepción en EE. UU. fue moderada, su impacto en músicos como The Beatles fue inmediato. La presión por superarse lo llevó a concebir Smile, un ambicioso proyecto que pronto se desmoronaría junto con su estabilidad emocional.

La caja de arena y el descenso a la oscuridad

Durante la grabación de Smile, Brian Wilson comenzó a mostrar un comportamiento cada vez más errático. Una de las señales más notorias fue la instalación de una caja de arena en su sala de estar, donde colocó su piano para tocar descalzo, buscando “conexión con la naturaleza”. Esta excentricidad, que podría parecer poética, reflejaba un aislamiento creciente y un estado mental frágil.

A finales de los 60, Wilson se apartó de los escenarios, comenzó a abusar de drogas psicodélicas y desarrolló episodios de paranoia, alucinaciones auditivas y depresión profunda. Se encerraba durante días, sin bañarse ni comer adecuadamente, mientras escuchaba voces que lo atormentaban.

Eugene Landy: entre la terapia y el control

En un intento por ayudarlo, su familia recurrió al psicólogo Eugene Landy en los años 70. Al principio, sus métodos parecían efectivos: Wilson volvió a grabar y se mostraba más activo. Sin embargo, Landy comenzó a ejercer un control total sobre su vida: decidía qué comía, con quién hablaba, qué grababa y en qué gastaba su dinero.

En los años 80, Landy incluso logró convertirse en productor, representante legal y figura dominante en la vida de Brian. Lo mantenía medicado, aislado y vigilado constantemente. Finalmente, en 1991, la familia logró obtener una orden judicial que lo apartó definitivamente.

El regreso del genio

Liberado del control de Landy, Brian Wilson inició un lento pero sólido regreso. En 2004 completó Brian Wilson Presents Smile, una versión terminada de su proyecto inconcluso de los años 60. Su obra fue aclamada y reconocida con premios y homenajes.

Wilson también habló abiertamente de su diagnóstico: trastorno esquizoafectivo, una condición que combina síntomas de esquizofrenia con trastornos del estado de ánimo. Reconoció que seguía escuchando voces y viviendo con miedo, pero que encontraba refugio en la música y el amor de su familia.

Su fallecimiento y legado

El 11 de junio de 2025, Brian Wilson falleció a los 82 años. Su muerte marcó el final de una era en la música popular. Fue más que un compositor brillante: fue un sobreviviente, un innovador y una voz que, pese a sus demonios internos, logró transformar el dolor en belleza sonora.

Su legado se mide en álbumes que siguen influyendo a generaciones, en canciones que siguen emocionando y en la historia de un hombre que, pese a todo, nunca dejó de crear.

La vida de Brian Wilson fue una batalla constante entre la genialidad y la fragilidad mental. Su historia no solo habla de éxito y caída, sino de redención, resistencia y humanidad. Hoy, su música sigue viva, y su historia sirve como un recordatorio de que el arte más grande muchas veces nace de las profundidades más oscuras.